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Manrique y Lanzarote, tanto monta, monta tanto

La obra de César Manrique en Lanzarote, con su Casa Museo de Haría y la Casa del volcán.

El centenario de César Manrique es la mejor excusa para recorrer la Ruta de César Manrique en Lanzarote, un itinerario paisajístico y cultural que debería incluir una parada en el Jardín del Cactus, en los miradores de Haría y del Río y en su Casa-estudio de Taro de Tahíche.

Manrique en Lanzarote

Leer sobre César Manrique es comprar un billete a Lanzarote de manera inmediata. Su vida y su obra evocan las curvas volcánicas de la isla, la pureza de sus colores y la singularidad de sus construcciones populares.

César Manrique regresó a Lanzarote en 1968, después de haber pasado en Madrid y Nueva York un puñado de años, formándose, estudiando y creando. Polifacético y enemigo de etiquetas restrictivas, César Manrique trabajó en las primeras abstracciones españolas con Luis Feito y Manuel Mampaso, antes de saltar el charco y ampliar horizontes en Estados Unidos. ¡Qué importantes son los viajes para desarrollar la creatividad, las miras, los conocimientos! Aunque para muchos artistas el viaje suponga regresar a los orígenes, nunca lo hacen de manera simple, sino con la capacidad de universalizar lo local, de recuperarlo del pasado, de la tradición rancia, para relanzarlo al futuro, adelantándose incluso a su propio tiempo.

Eso fue lo que hizo César Manrique en Lanzarote. Y por eso su obra de miradores y construcciones, de espacios artísticos y esculturas al aire libre es un recorrido en sí mismo por la isla de Lanciloto Malocello, que es de ese caballero medieval de quien deriva el nombre actual de Lanzarote.

Su querida y “quemada geología de cenizas en medio del Atlántico” es singular en sí misma pero más valiosa si cabe gracias a su legado: del Jardín de Cactus, con más de 1.500 especies, al Mirador de Haría o el del Río, antigua posición de artillería, pasando, claro está, por la Casa Museo del Campesino o su Casa-estudio de Taro de Tahíche, resumen de su “barroquismo volcánico” y su particular interpretación de la arquitectura orgánica.

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Obras de César Manrique

“Sabía en aquel tiempo que en la Naturaleza se encontraba el secreto de la razón vital y el sentido de la verdad, y por esa causa me vine a esta volcánica isla”, dejó escrito César Manrique tras pasar varios años de formación fuera de las Islas Canarias. El regreso de César Manrique a Lanzarote consolida un estilo artístico que, como casi siempre, comenzó siendo figurativo, pasó por la abstracción en los años 50 y se convirtió en pionero a partir de los 70, cuando asume las formas orgánicas y los principios paisajísticos que caracterizan sus obras públicas, miradores, edificios, jardines, etc.

Las obras de César Manrique abarcan una colección amplísima de todos las artes plásticas y los materiales más variados: desde piezas de cerámica de los años 50 con un marcado acento moderno, hasta los cuadros de bodegones y barcas de pescadores o las esculturas en las que combina su interés por el juego y la abstracción, en distintas escalas y con diferentes materiales y técnicas. Son muy particulares, por ejemplo, las esculturas móviles de César Manrique. Pero el grafismo también es muy importante en la obra de César Manrique, especialmente “El Diablo” que se convirtió en el símbolo más internacional del Parque Nacional de Timanfaya y de Lanzarote.

Entre las obras de César Manrique que puedes ver al viajar a Lanzarote, destacan el Castillo de San José, del siglo XVIII, que César Manrique transformó en una galería de arte que hoy alberga el Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC); el restaurante El Diablo, en Timanfaya, buen exponente de algunas constantes en la obra de César Manrique: construcciones de una sola planta, casi mimetizadas con el paisaje, con grandes cristaleras y espacios diáfanos que permiten a la Naturaleza entrar y al huésped sentirse fuera; y la Casa Museo del Campesino, el homenaje de César Manrique a la vida popular de Lanzarote.

La obra de César Manrique es una exploración de la materia que acaba en una intervención directa en el entorno natural para poner en valor algo tan aparentemente simple e intrascendente -pero a la vez tan determinante y singular- como es el paisaje. Lo consiguió al dar forma a los Jameos del agua, que son su primera intervención de carácter público en Lanzarote. A partir de ahí, César Manrique en Lanzarote desarrolla un nuevo discurso estético a partir del matrimonio entre Naturaleza y Arte y lo eleva a nivel de público. Los Jameos del Agua son un buen ejemplo de ello, aunque los miradores y los jardines también manifiestan esas tres ideas principales de la obra de César Manrique.

El centenario de César Manrique no debería servir sólo para recordar su legado artístico sino para poner en valor sus reflexiones y su activismo a favor de un desarrollo sostenible y humano de los diferentes territorios, a partir de la comprensión, puesta en valor y actualización del patrimonio histórico, algo que el propio César Manrique puso en práctica en su segunda casa en Lanzarote, la Casa- Museo de Haría, construida sobre una antigua residencia de labradores canarios.

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Casa Museo César Manrique

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La Casa Museo de César Manrique en Lanzarote está ubicada en la que fue su segunda residencia canaria. Está en Haría, un pueblecito al Norte de Lanzarote, y Manrique la diseñó a partir de las ruinas de una casa de labranza canaria tradicional. En la Casa del Palmeral vivió entre 1988 y 1992, año de su muerte.

Actualmente se puede visitar la Casa Museo de César Manrique.

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Fundación César Manrique

La Fundación César Manrique tiene su sede en la primera casa de César Manrique en Lanzarote, conocida como La Casa del Volcán. Allí vivió Manrique durante 20 años (de 1968 a 1988), hasta que se trasladó a la casa de Haría.

La Casa del Volcán de César Manrique en Lanzarote es una clara muestra de su capacidad para intervenir en el paisaje, para aprovecharlo y revalorizarlo al máximo. Lanzarote es una isla marca por la lava y el fuego de sus volcanes, especialmente tras las erupciones de 1730, 1736 y 1824. César Manrique construyó su casa estudio de Taro de Tahíche sobre una colada de lava fruto de la primera de esas grandes erupciones volcánicas. En esta casa -posiblemente la más popular de las obras de César de Manrique- se combinan los volúmenes, los colores y los elementos de la arquitectura popular canaria, como los socos y los ratos -semicírculos de piedra volcánica usados para proteger las viñas en La Geria- con otros elementos del diseño de interior de la época.

La Casa del Volcán de César Manrique está en la localidad de Tahíche y es la sede de la Fundación César Manrique, una institución cultural sin ánimo de lucro que desde 1992 trabajar para divulgar la obra de César Manrique y generar un debate productivo sobre sus grandes preocupaciones: el medio ambiente, el territorio y la cultura, así como el diálogo entre esos campos y las artes plásticas.

Muchas de esas ideas están recogidas en el libro “Plus 16”, editado por la Fundación César Manrique hace unos años, que vuelve a ser una guía básica para celebrar el centenario de César Manrique, el mejor resumen de su filosofía, de sus intervenciones arquitectónicas y artísticas en el paisaje de Lanzarote y del sentido homenaje que quiso realizar a sus volcanes y vecinos con su trayectoria personal, especialmente en su última etapa. “Opus 16” es un viaje de amor definitivo entre César Manrique y Lanzarote, Lanzarote y César Manrique.

Qué: Opus 16. Fundación César Manrique, Lanzarote. Con textos de Simón Marchán Fiz (en inglés, alemán y español) y fotografías de Pedro Martínez de Albornoz.

Edición: Axel Menges.

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