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Más que de padres, de Hombres

Uno de los motivos por los que merece la pena leer a Joël Dicker es porque siempre se ocupa de lo que otros descartan: la doblez, el detalle, el episodio considerado anecdótico en sus páginas se convierte en el resorte para reflexionar sobre el comportamiento humano, sobre nuestros miedos y nuestras debilidades, nuestros sueños y comportamientos. Antes de La verdad sobre el caso Harry Quebert, escribió Los últimos días de nuestros padres. Se nota que fue primero y aunque viva de la gloria de su hermano pequeño, tiene también un filón argumental y estético interesante.

ULTIMOS-DIAS-NUESTROS-PADRES-JOEL-DICKER-ALFAGUARAEl 2 de septiembre de 2015 se cumplirán 70 años del final de la Segunda Guerra Mundial. Un horror que dejó 60 millones de personas muertas, la gran mayoría, civiles. Y al calor de las reflexiones (útiles) que ese aniversario y esas cifras deberían provocarnos, podríamos incluir también la lectura de Los últimos días de nuestros padres, de Joël Dicker, un guiño al servicio de espionaje que Winston Churchill se inventó en 1940 para sabotear desde el interior las líneas alemanas en, sobre todo, Francia.

Con ese argumento real, Dicker da vida a un grupo de reclutas voluntarios, que encarnan lo mejor y lo peor del ser humano pero que aprenden a superarse, a trabajar en equipo y a sacrificarse. Un grupo de jóvenes con sus padres, todos ellos Hombres, de los que se desprenden pero a quienes no renuncian; con sus miedos y sus certezas, sus dudas, sus ambiciones y sus aspectos positivos. Todos concentran una importante carga poética y viven experiencias que les harán madurar y cambiar, renunciar a una parte de sí mismos y crecer como personas… O no.

La reflexión sobre el tiempo, el amor, la vida, la muerte y la superación personal, la supresión del individuo a favor del grupo, las consecuencias inesperadas de no hacerlo y el bien común acompañan las andanzas pseudobélicas de Paul- Émile, alias Palo, el coprotagonista principal, por decirlo de alguna manera, ya que se trata de una historia absolutamente coral, sus amigos (Frank, Gordo, Laura, Claude, Stanislas, George… ) y sus enemigos… Todos Hombres porque se esfuerzan, a pesar de las circunstancias, en no olvidar esa parte de nosotros mismos que nos permite s eguir siéndolo… Incluso habiendo visto y ejercido el horror sobre otros Hombres, dado que hay una concesión a la humanización de los nazis a través del amor filial que es, al final, el que mueve el motor íntimo de este libro.

Quizá no tiene el ritmo trepidante de su segunda historia, La verdad sobre el caso de Harry Quebert, pero Los últimos días de nuestros padres es una buena novela por esa curiosa combinación de hechos históricos poco trillados y personajes únicos, en este caso, tremendamente líricos y tiernos, incluso los más duros.

Qué: Los últimos días de nuestros padres, de Joël Dicker

Quién: Alfaguara

 

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