Abierta a la mar y al mundo, A Coruña, dicharachera y sorprendente, se reinventa como ya hiciera en el XIX, peatonalizando el borde del mar, recuperando a sus hijos, de sangre y adoptivos, más revolucionarios y reivindicando una Historia marcada por el comercio, la innovación, el esoterismo y sus mujeres que, resumidas en María Pita, han encarnado como nadie su capacidad de entrega, inspiración y reivindicación.
Seguramente los ingleses no estarán para nada de acuerdo con el dicho que dice que las mujeres gallegas son de las más cariñosas de España. Y no porque la bravura y la valentía estén reñidas con la dulzura, si no porque aún escuece la derrota de Francis Drake frente a las murallas coruñesas, en 1589, liderada la resistencia, cuenta la tradición, por María Mayor Fernández de Cámara y Pita, María Pita para los amigos, que debieron ser pocos a juzgar por el carácter que le permitió sobrevivir a cuatro maridos y varios juicios por rifirrafes. Su figura resume el espíritu bravío de todas las demás, anteriores, de la época y posteriores: desde Inés de Ben, herida entonces, hasta Emilia Pardo Bazán, que hizo su revolución en el XIX a golpe de pluma, en verso y prosa, o la caritativa Teresa Herrera, fundadora del primer hospital de la ciudad, cuyo nombre se recuerda aún en el torneo de fútbol estival más veterano de España.
Libertaria sin gorro frigio
Aunque aún hay quien debate si Pita defendió su ciudad de adopción con sable, pistola o cuchillo, la estatua con la que se le rinde homenaje frente al Ayuntamiento enarbola una lanza de considerables dimensiones; con la misma energía y determinación que La Libertad francesa guiando al pueblo pero sin gorro frigio. Algo de rebelde y desmelenada tiene A Coruña, encaradas al Atlántico las puertas batientes de su puerto, por el que reyes, princesas, artistas y emigrantes salieron, para hacer Historia y las Américas, y por el que entraba también el cacao que tantos paseos vespertinos provocaba en una población siempre dispuesta a la tertulia y al callejeo –calle de San Andrés arriba y abajo- y que, en época de vacas flacas, prefirió sustituir las chocolatadas por infusiones de cascarilla (cascarilleiros les llaman aún) antes que abandonar sus costumbres.
Hoy, la charla se desenvuelve a lo largo de su paseo marítimo, el más largo de Europa, dicen: 13 kilómetros de Arte, naturaleza, espuma y ruedas o zapatillas, en los que la ciudad se vuelca al caer la tarde, desde el Monte de San Pedro, reconvertidas sus baterías defensivas en área de recreo familiar, hasta la Torre de Hércules, Patrimonio de la Humanidad, o los muros del Cementerio de San Amaro, parte de la Ruta de los Cementerios Europeos y visitable de noche, de la mano de Fiz de Cotobelo, el alma en pena de la película El Bosque animado.

Algo de desmelenada tiene A Coruña, encarado al Atlántico su puerto, por el que reyes, princesas, artistas y emigrantes salieron, para hacer Historia y las Américas.
El niño que pintaba
Fue aquí, en una A Coruña efervescente, donde Pablo se convirtió en Picasso después de intentar concentrarse en los libros como cualquier adolescente, de perderse por los jardines de Méndez Núñez y de San Carlos, cautivado por el mito de Sir John Moore, y garabatear bocetos de bañistas pioneros. “Ese modo de empezar a pintar”, dijo un crítico de su primera exposición, en los escaparates de la Calle Real, “acusa muy buenas disposiciones para el arte pictórico. Continúe de esa manera”, recomendaba el lince, “y no dude que alcanzará la gloria.” Su primera obra de cuerpo entero, matriculado ya en la Escuela de Bellas Artes donde su padre dio clases, fue precisamente de una chavala de campo, enrojecidas las manos, hinchados los tobillos, como las mariscadoras y labradoras cuya memoria recoge, a caballo entre la Historia y la leyenda, el periodista y escritor Manuel Rivas, autor, entre otras, de El último día de Terranova.

Porque para Picasso, como para A Coruña, las mujeres han sido fundamentales. Empezando por su madre, asidua del Teatro Principal, hoy Rosalía de Castro, o su hermana Conchita, fallecida aquí de difteria, por cuya curación prometió dejar los pinceles. Coruñesa fue también la primera de sus novias, puede que nunca olvidada a pesar de la sucesión de matrimonios y conquistas posteriores: Fernande Olivier, la de la veintena; Eva Gouel, su musa cubista; Olga Khokhlova, madre de su primer hijo; Geneviève Laporte, cuarenta años menor, o Jacqueline Rocque, la viuda suicida. Porque Picasso guardó como oro en paño los dibujos y las experiencias de aquellos cinco años coruñeses, fascinado por el mar y la sociedad; marcado, además de por la muerte de su hermana, por el viaje desde Málaga en vapor, del que se bajaron en Vigo, quizá condicionados por la tragedia, en 1890, un año antes, del Serpent, de la que sólo sobrevivieron 3 de sus 175 tripulantes y que motivó la construcción del primer faro eléctrico de España.
La ciudad de cristal

Herederas de ese legado son la urbe y sus mujeres actuales. Como María José Jové, cuyos intereses y actividades sociales siguen vivos en la Fundación que lleva su nombre y que trabaja, a través del Arte y el deporte, en la integración de jóvenes con distintas capacidades. Perseverancia y resistencia. Como las de los ventanales de madera y cristal, inspirados en las popas de los barcos, hechos a los embates del temporal y reinterpretados por Arata Isozaki en un mascarón de piedra y vidrio para Domus, el primer museo interactivo del mundo dedicado al ser humano. La ciudad de cristal, la llaman ahora por ésta y otras nuevas construcciones, como el Obelisco Millenium.
Cuando se levanta el telón coruñés, el de las nubes de los frentes atlánticos y el de sus secretos humanos, saltan al escenario muchas curiosidades, cada una con una ruta, un hito, una placa, una memoria viva que alimenta su presente y, sobre todo, su futuro.
Hoteles en A Coruña
Ibis Styles A Coruña: si buscas un hotel económico y tematizado en A Coruña, el Ibis Styles A Coruña es muy recomendable por su buena relación calidad- precio, su inspiración marinera y un precio todo incluido que contempla un desayuno buffet equilibrado, wifi gratuita, zona de ordenadores y, si lo necesitas, habitaciones para viajeros con mascotas y suplementos (cama o cuna) si haces turismo en A Coruña con niños.
Restaurantes en A Coruña

Restaurante Árbore da Veira, el único restaurante de A Coruña con una Estrella Michelín (50-65€ sin bodega).
Mesón Adega o Bebedeiro: lleno de encanto y buen producto, un mesón para comerse A Coruña.
De tapeo por A Coruña
Las mejores calles para ir de tapeo por A Coruña son La Franja, Barrera, Galera y La Estrella.
Ruta Picassiana por A Coruña

* Casa Museo de Picasso. C/ Payo Gómez 14, 2º, residencia familiar.
* Calles Real y San Andrés; Plaza de Pontevedra: expuso sus primeros cuadros, jugó y acudió a estudiar.
* Playa de Riazor: la preferida de los coruñeses. La dibujó muchas veces.
* Torre de Hércules, o de caramelo, como la llamó de niño. BIC y Patrimonio de la Humanidad.
* Cementerio de San Amaro: recomendable la visita nocturna (reservar en la Oficina de Turismo de A Coruña).
Sitios que ver A Coruña
Mº Bellas Artes: en el antiguo Convento de las Capuchinas.
Paseo Marítimo, el más largo de Europa.
El Monte de San Pedro: instalaciones, monumentos históricos y vistas.
Fundación María José Jové: arte gallego e internacional, costumbrista y de vanguardia.
Plaza de María Pita y Ayuntamiento, visitable: el corazón de la ciudad.
Libros sobre A Coruña

Picasso azul y blanco, el libro sobre el nacimiento de un pintor. Rubén Ventureria Novo y Elena Pardo Antequera. Coedición de Fundación Rodríguez Iglesias y Fundación Emalcsa
La piedra angular, de Emilia Pardo Bazán (Cátedra).
El lápiz del carpintero, de Manuel Rivas (Alfaguara).
Los cinco años coruñeses de Pablo Picasso, Ángel Padín (Dip. Provincial A Coruña).