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¿Qué pasaría si no hubiera abejas?

Las principales consecuencias de la extinción de las abejas son un impacto medioambiental, económico y alimenticio en toda la Tierra.

La población de abejas ha descendido un 20% de media en Europa y Norteamérica, según un estudio de Greenpeace, que cita a diversos expertos del ecosistema. Si no hubiese abejas en el mundo, los datos que aporta esta ONG especializada en el medio ambiente hablan de caída de la producción alimenticia, pérdidas económicas milmillonarias y otros problemas que afectarían a la Humanidad en su conjunto.

Una abeja en primer plano | Foto: Image4you para Pixabay

Los insectos como las abejas transportan con eficacia el polen de una flor a otra, colaborando en la polinización, es decir, en el proceso natural por el que se reproducen los vegetales. Si las abejas desapareciesen, se calcula que un tercio de los cultivos que consume el ser humano deberían ser polinizados por otros medios o producirían menor cantidad de alimento.

Asimismo, entre un 60% y un 90% de la flora silvestre necesita la polinización para reproducirse, por lo que si las abejas y otros insectos no existiesen, los hábitats y ecosistemas en que se encuentran se verían en serio peligro. Y este peligro no sólo sería vegetal, también animal, ya que esta vegetación es clave en la alimentación de otras especies.

Cultivos importantes en la dieta del ser humano, como la fruta, la verdura o los forrajeros, que sirven para alimentar a la ganadería, se verían gravemente afectados si las abejas dejasen de existir. Sin embargo, esto no pasaría con cereales como el trigo y el maíz, que en algunas regiones del mundo suponen buena parte de la dieta, y que se polinizan a través del viento.

¿Cuál es el valor económico de las abejas?

En cualquier caso, la reducción en la producción de frutas y verduras como consecuencia de la desaparición de las abejas conllevaría un incremento de sus precios que los consumidores deberían sufragar. Según el informe de Greenpeace, la polinización tiene un valor económico de 265.000 millones de euros anuales.

Por otro lado, diversos expertos han cuantificado el valor de la polinización en 1.500 dólares por cada hectárea de cultivo (una hectárea son 10.000 metros cuadrados, algo menos que un campo de fútbol grande). El informe de Greenpeace explica que la productividad de las cosechas descendería hasta un 75% si las abejas, los principales polinizadores, desapareciesen del medio ambiente.

¿Por qué están desapareciendo las abejas?

Es una cuestión de respuesta compleja y son varios los motivos. En primer lugar, las enfermedades que afectan a estos insectos, buena parte provocadas por parásitos y otras especies invasivas contra las que las abejas no pueden inmunizarse.

Otro problema es la alimentación, ya que las abejas necesitan flores, donde se encuentra el polen, su principal alimento y fuente de proteínas (con el que también generan la miel, como en Asturias, un refugio de este alimento). Si la región en la que se hallan las abejas no cuenta con suficientes plantas en flor, las abejas no pueden alimentarse ni alimentar a su progenie. Esta falta de flores se debe al uso de herbicidas, que reducen el número de especies vegetales; al monocultivo, que se especializa en una sola categoría vegetal; o al cambio climático, que puede modificar las épocas del año en que florecen las plantas.

Los herbicidas, insecticidas y fungicidas también acaban con las abejas, ya que suponen verdaderos venenos para las mismas. A pesar de que estos compuestos químicos se aplican en los cultivos, los mismos llegan a las abejas a través de su polen.

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