ISLAM-DEMOCRACIA-PHILIPPE-IRIBARNE-PASOS-PERDIDOS

¿Son compatibles el Islam y la Democracia?

Los hechos a veces no bastan. Para entender lo que pasa y, sobre todo, por qué pasa y por quiénes, hay que profundizar en la mentalidad del otro, en, hasta donde sea posible, el caldo mental donde las ideas toman una forma u otra antes de traducirse en gestos. Porque una misma palabra, Democracia, por ejemplo, un mismo concepto, el de la crítica, por decir algo, varía su significado, su peso, su prioridad en función del origen, de los condicionantes, que tenga quien lo utilice. El Islam ante la Democracia, de Philippe d`Iribarne (Pasos Perdidos) es una mirilla interesante para comprender la importancia que el Islam y el Corán tienen en el desarrollo (mental, social, político) de la comunidad musulmana. 

A los europeos se nos ha olvidado que el peso de la religión es fundamental en nuestra actitud frente al mundo, en cómo pensamos y cómo vivimos. Pero el proceso antropocentrista que nuestras sociedades han ido experimentando no es del todo ajeno al discurso cristiano de sus raíces. Aunque parezca mentira. Y aunque el ensayo El Islam ante la democracia, de Philippe d `Iribarne, aborde el universo islámico, realiza también un par de guiños al de los Evangelios, estableciendo una serie de interesantes paralelismos que, en realidad, serían motivo de una obra posterior y más amplia. De una reflexión profunda y personal.

 “Y la exigencia de certidumbre, lo mismo que el sentimiento de haberla alcanzado, se reforzó con el tiempo y condujo a la ‘expresión contemporánea de la certidumbre en cuanto al contenido de la sharía‘”.

ISLAM-DEMOCRACIA-PHILIPPE-IRIBARNE-PASOS-PERDIDOSD`Iribarne se plantea una pregunta fundamental, que nos ronda, en mayor o menor medida, a todos, sobre todo después de los últimos atentados en Francia: ¿son compatibles el Islam y la Democracia? Al menos tal y como la entendemos en su principal baluarte, Europa. Su respuesta va repasando el peso que la religión sigue teniendo en las sociedades musulmanes, en los condicionantes que plantea al individuo, y las trabas que pone a lo que para quienes hemos nacido y crecido al amparo de las ideas surgidas de la Ilustración, nos resultan casi de Pero grullo cuando no es así: el espíritu de crítica, la necesidad del debate, el cuestionamiento de los mensajes que proceden de los distintos poderes… Si ninguna de estas posibilidades se puede desarrollar, si no hay una educación que las aliente y posibilite, si no todo lo contrario, está claro que el desarrollo de la Democracia –de quienes son al mismo tiempo hijos y padres- es prácticamente imposible. Seas o no religioso, practiques más o menos una fe concreta, es inevitable que el filtrado que todas generan en el sustrato social y cultural del que mental y espiritualmente nos alimentamos nos influya, seamos o no conscientes de ello.

Pero d`Iribarne reparte entre todos: todos, sociedades no musulmanas y musulmanas, son responsables de ese diálogo para sordos que parecemos incapaces de superar: Europa, por mantenerla de referente universal, por la confusión mental en la que sigue viviendo, en su propio territorio y en los de aquellos a quienes se acerca con un modelo plano de Democracia; y los países musulmanes (cada uno con sus complicados y arcanos matices, aunque aquí se uniformice desde el Magreb hasta el Lejano Oriente) como decisores de los modelos social y político con los que desean afrontar los cambios, irreversibles y universales que el siglo XXI plantea entre sus ciudadanos. Falta, dice d`Iribarne,  un verdadero Islam moderado que canalice la incertidumbre de la Democracia… Y los tiempos que corren, cabría añadir, condicionados por las nuevas tecnologías, la globalización, la inestabilidad de todo tipo y ese choque brutal entre la tradición y el cambio. Cada vez es más necesario ese Islam moderado, no de boquilla si no de verdad, fruto de una reconsideración de supuestos absolutos que, a la luz de la razón, no pueden sostenerse sin más durante mucho más tiempo. Toda las partes interesadas deben reaccionar contra, y no ante, esa interpretación instintiva, oscurantista y retrasada que prevalece a fuerza de aterrorizar a quienes representan la fractura de una unidad que tendría que evolucionar, como lo han hecho, aunque sea a medias, los conceptos religiosos de otros credos. Aunque otra de las paradojas, que apenas se plantea en su libro, centrado en analizar las sociedades musulmanas, es que muchos de quienes enarbolan esa “vuelta” a los orígenes islámicos –ignorando su relación con las religiones primitivas con las que se encontró- hayan nacido y crecido, precisamente, en Democracias occidentales, un aspecto más preocupante si cabe y que deja aún más en entredicho la posición ambigua de Europa.

“Si creemos que todo movimiento de modernización conlleva necesariamente aceptar el pluralismo y valorar el debate, no podemos dejar de asombrarnos por la evolución del mundo musulmán. De hecho, esta evolución no sólo mantiene casi sin modificaciones el papel tradicional de la herencia coránica en ámbitos como el derecho y el funcionamiento de la justicia (…); tampoco se limita a dejar intactas la aspiración a la unidad y el temor a la división que marcan incluso aspectos de la vida social en que tradicionalmente la religión apenas intervenía. El retorno al Libro contribuye a extender una visión coránica allí donde casi no había penetrado.

El Islam ante la democracia es una respuesta detallada, que intenta ser lo más completa y rigurosa posible a esa pregunta inquietante de si esa religión es compatible con la Democracia, y que plantea muchas más para las que hay que encontrar las palabras, las políticas adecuadas, estudiando estos universos mentales con paciencia y detalle para que los puentes que se tiendan trasciendan los titulares y los intereses puntuales. Todos somos responsables. Todos nos jugamos mucho.

 

Qué: El Islam ante la democracia, de Philippe d`Iribarne.

Quién: Pasos Perdidos.

 

 

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