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La bomba atómica de Hiroshima

Causas y consecuencias de la bomba atómica de Hiroshima, a la que pocos días después siguió la bomba atómica de Nagasaki con las que se puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

La bomba atómica de Hiroshima desintegró a cerca e 2.000 personas en cuestión de segundos. Cada 6 de agosto, la ciudad aprovecha el aniversario del bombardeo que puso fin a la Segunda Guerra Mundial para reflexionar sobre las consecuencias de la guerra y defender el fin de las armas nucleares. Aunque visitar Hiroshima siempre es una experiencia conmovedora, hacerlo un 6 de agosto resulta brutal, porque es en esa fecha cuando mejor se comprende el significado del Museo Memorial de la Paz y el Parque Conmemorativo de la Paz, dos de los lugares más próximos a la Cúpula Genbaku (Patrimonio de la Humanidad desde 1996) , donde quedó la sombra de un hombre que aquel 6 de agosto de 1945 tomaba, seguramente, el fresco. Hay una literatura muy variada que aborda, desde distintos aspectos las causas y consecuencias de la bomba atómica de Hiroshima. Entre los títulos de ficción que mejor analizan los efectos de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, está “Sombras quemadas”, la fusión de Oriente y Occidente de Kamila Shamsie. También encontrarás un buen resumen de libros sobre la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki. El escritor español Andrés Pascual también utiliza el bombardeo de Hiroshima como argumento en su novela “El haiku de las palabras perdidas“.

Claves de la bomba atómica de Hiroshima

6 de agosto, aniversario de la bomba atómica de Hiroshima

Hiroshima es el lugar más sensibilizado con los desastres nucleares de todo Japón. Aunque hace años que la ciudad mira de frente al futuro, no han dejado que el recuerdo de la bomba atómica desaparezca. No en vano, la bomba atómica de Hiroshima fue la primera en la Historia de la Humanidad. Quizá por eso, al abrir el grifo del hotel, uno se pregunta, sinceramente, si los niveles de radiación serán los habituales a los de cualquier parte del mundo. Se sobreentiende que sí y que por eso la gente hace vida normal. “Los niveles de concentración de cualquier elemento atómico en 1945 no se pueden ni comparar con lo que existe a día de hoy” reza algún cartel. Al fondo, el perfil de las construcciones del Parque Conmemorativo de la Paz, uno de los lugares que hay que ver en Hiroshima: gris sobre gris porque el ambiente de agosto aquí es especialmente denso y húmedo, sofocante, encapotado. Cada mes de agosto, Hiroshima y Nagasaki recuerdan, con ceremonias y actividades, el bombardeo atómico que sufrieron en 1945. Las cigarras de Hiroshima chirrían y el sol cae a plomo desde un cielo blanco, desbordado de luz. La gente hace cola para golpear la Campana de la Paz. La Llama de la paz se contonea a la entrada del Memorial de la Paz. Y en el interior del Museo Memoria de la Paz esperan los datos, las imágenes, las cifras, incómodas pero necesarias. A los pies de la Cúpula Genbaku (Patrimonio de la Humanidad desde 1996) la sombra oscura de un hombre que estaba allí sentado a las 8:15  de aquella mañana, buscando algo de fresco, desborda las emociones.

La bomba atómica de Hiroshima es recordada cada 6 de agosto con el tañido de la Campana de la Paz
La bomba atómica de Hiroshima es recordada cada 6 de agosto con el tañido de la Campana de la Paz
La bomba atómica de Hiroshima mató a cientos de miles de personas de manera casi inmediata el 6 de agosto de 1945
El Monumento a los Niños

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Muertos por la bomba atómica de Hiroshima

Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki mataron de manera directa a cerca de 370.000 personas, aunque las víctimas en los días siguientes a las explosiones –5 y 8 de agosto respectivamente- se multiplicaron hasta el punto de que algunas fuentes señalan que casi todos los vecinos de ambas ciudades sucumbieron a las heridas. Los supervivientes y sus descendientes arrastraron de por vida las secuelas producidas por las dos únicas bombas atómicas utilizadas hasta ahora, que fueron, según el presidente estadounidense Harry Truman, las herramientas con las que “acortar la agonía de la guerra”.

La bomba atómica de Hiroshima fue lanzada para poner fin lo más rápidamente posible a la Segunda Guerra Mundial

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Quién inventó las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki

Robert Oppenheimer está considerado el creador de la bomba atómica de Hiroshima, aunque en realidad no trabajó solo y encabezó el equipo de científicos e investigadores que crearon a Little Boy, el sobrenombre de la bomba atómico de Hiroshima. El proyecto se bautizó con el nombre en clave de ‘Operación Manhattan’ y se desarrolló de manera secreta en un lugar hoy conocido como Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Nuevo México. El primer ensayo nuclear considerado exitoso se produjo en el desierto circundante en el mes de julio de 1945, uno antes de que la bomba atómica cayera sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

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Operación Little Boy

Más de 100.000 personas que amanecían en su ciudad, Hiroshima, aquel 5 de agosto de 1945, se desintegraron en cuestión de segundos. Pasaban 17 minutos de la hora prevista por el Ejército de los Estados Unidos para la operación con la que pretendían terminar la guerra. Fue entonces cuando Little Boy, como llamaron a la bomba atómica de Hiroshima, de dos metros de largo y 4.000 kilos de peso, con dos de uranio, cayó sobre esta ciudad de Japón. Tenía una potencia devastadora de 12,5 kilotones. Dicen que el copiloto del Enola Gay -el avión que transportaba la bomba atómica de Hiroshima, cuando vio la destrucción absoluta que habían provocado en varios kilómetros a la redonda, exclamó, “Dios mío, qué hemos hecho”. Pese al horror que la bombas sobre Hiroshima y Nagasaki produjeon, años más tarde se desarrolló la Bomba H, o bomba de neutrones, en esa constante aunque soterrada carrera armamentística que se llevó a cabo durante la Guerra Fría.

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Dónde está Hiroshima

Hiroshima está situada en el delta del río Ota, que al desembocar en el Mar Interior de Japón se divide en 7 brazos que rompen la ciudad en varias islas conectadas por puentes. Hiroshima es prácticamente plana y la mejor manera de moverse por ella es en tranvía. Si tienes pensado visitar Hiroshima, tienes que aprovechar para probar su plato típico, el Okonomiyaki. Un buen lugar para hacerlo es Okonomi Mura, un edificio de varias plantas llenas de mini-locales especializados en esta especie de pizza “a la japonesa”. La masa del Okonomiyaki es ligera y muy fina: se pone directamente sobre una plancha bien caliente y luego se le añaden los ingredientes. Sabrosa y económica, acompañada de una cerveza es lo único que puede reconciliarte con las cosas buenas de la vida después de bucear durante un día entero en la realidad que dejó tras de sí la bomba atómica de Hiroshima. Otro buen final para un viaje a Hiroshima puede ser la visita a la isla de Itsukushima, a una hora de viaje, muy famosa por el perfil rojo de su puerta sagrada o torii.

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Libros sobre la bomba atómica de Hiroshima

Además del ya mencionado Sombras quemadas de Kamila Shamsie, otro de los mejores libros sobre la bomba atómica de Hiroshima es El haiku de las palabras perdidas,la fascinación literaria por Japón del escritor riojano Andres Pascual (Random House Mondadori).

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