El lugar más feliz del mundo: nostalgias asiáticas

David Jiménez firma “El lugar más feliz del mundo”, un libro de viajes y de crónicas periodísticas por Asia.

“La nostalgia es una pésima compañera de viaje”, dice David Jiménez, el Kapuscinski español para muchos, mientras empiezas a pasar los billetes de ida de su último libro, El lugar más feliz del mundo, con destino a Japón, China, Malaisa, Tailandia, Filipinas… Nosotros no podemos leerle sin que se nos pinte en la cara la sonrisa de esos primeros viajes asiáticos, cuando de Birmania apenas se hablaba en Europa, mucho menos en España, y uno podía sentirse aún pionero en países como Camboya.

“En Comala comprendí/ que al lugar donde has sido feliz/ no debieras tratar de volver.” Joaquín Sabina

Pero no hace falta haber estado en Asia para disfrutar de este libro de viajes. Como siempre que el Buen Periodismo y la Mejor Literatura se toman del brazo, el paseo se convierte en una reflexión sobre la condición humana, los lazos y desencuentros culturales, la capacidad de superación, la infinitud de los sueños personales, independientemente del rincón del planeta en el que nazcan…

Quien haya tenido la suerte de pisar Malasia, Tailandia, Tíbet o Bután, disfrutará reconociéndolos; quien todavía no lo haya hecho o, incluso, quien ni siquiera se lo haya planteado, puede encontrar aquí el empujoncito necesario  para marcharse tan pronto como sea posible… Y, si no, no pasa nada. Porque lo bueno de ese cóctel periodístico-literario es que nos permite conocer el mundo y a quienes lo habitan sin necesidad de recorrer los kilómetros que nos separan. Que los libros pueden ser la mejor ventana por la que asomarse a, en este caso, uno de los continentes más sorprendentes, maravillosos y extremos del mundo.

Y la mirada de David Jiménez –el hombre paciente que tantas veces nos ha atendido en la radio- es, por talento y educación, por garra y experiencia, un buen observatorio desde el que cavilar sobre los grandes desastres naturales y humanos, las peores dictaduras imaginables, los crímenes más execrables y, a la vez, aunque produzca vértigo, la serenidad, la superación, la capacidad de sacrificio y las aspiraciones más loables y sorprendentes.

“El lugar más feliz del mundo” es, además, una luz en este túnel de despedidas de la Profesión (la de Leguineche y Meneses, la de Torres y Spengler) ahora que se van apagando el resto, o por cuestiones generacionales o de (des)crédito editorial. 

Qué: El lugar más feliz del mundo, de David Jiménez

Quién: Kailas Editorial

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