Sin Rita y Joao, nada sería lo mismo. O sería más de lo mismo, que casi es peor. Podríamos hablar de la luz, de los patios blancos, de los macizos de flores marinas asaltando los muros callejeros, del jardín en el que se alternan naranjas y figuras de Buda o de la piscina que alivia el remordimiento de haber dejado que una tarde entera, con lo largas que pueden llegar a ser, pase tumbada en una hamaca, libro en mano. Pero para mí, Casa do Terreiro do Poço son Rita y Joao, urbanitas apegados a la tierra, a los vinos y a los viajes.
Por eso, su hotel, a 50 kilómetros de Badajoz, al otro lado de una de esas fronteras que ya no existen salvo para los nostálgicos, en el Alentejo luso, va mezclando lo mejor de Portugal y sus recuerdos asiáticos: jaulas de mercados avícolas reconvertidas en estanterías, cuadros chinos y azulejos lisboetas…La ensoñación se queda en las habitaciones y villas, sobrias, pulcras, estilosas, perfectas para una escapada romántica o unos día en familia (niños incluidos!): el sentido práctico se reparte entre las tascas de Borba, también sobrias y pulcras, repletas de parroquianos amarrados a un blanco de la tierra, donde el bacalao, en todas sus formas posibles, sirve para dar de comer al hambriento y sorprender al sibarita.
¿Sabías que… En Vila Viçosa nació Catalina de Braganza, reina consorte de Inglaterra, por su matrimonio con Carlos II, en 1661? En su dote iba incorporada la, por entonces, isla de Bom Bahai, hoy Mumbai.
Si les queda tiempo, el Alentejo portugués está cuajado de castillos medievales, de bodegas y rutas gastronómicas (Rota dos vinhos, la Rota dos sabores), paisajes infinitos, callejuelas empinadas y secretos históricos, como el Palacio de los Duques de Braganza en Vila Viçosa. Casa do Terreiro do Poço es miembro del club de calidad Rusticae. También pertenece al club Native, especializado en hoteles y turismo accesible.