Baco y Dionisio, dioses del vino

Atributos de los dioses del vino y relación con la diosa del vino

Uno de los dioses griegos más populares siempre ha sido el dios del vino, que también ocupó un lugar preferencial en el Panteón romano. El dios del vino griego se llamaba Dionisio o Dioniso. Su culto inspiró el del dios del vino romano, que fue conocido como Baco. Los atributos de los dioses del vino son muy similares, igual que sucede con sus relatos mitológicos. Una de las principales características es que tanto el dios del vino griego como el dios del vino romano nacieron de la unión del dios supremo (Zeus y Júpiter respectivamente) y una mujer de carne y hueso. Otro punto en común de los atributos de los dioses del vino es que ambos tenían dos caras opuestas: la extrema alegría pero también la capacidad de enfurecerse. Esta característica hermana a los dioses del vino con quien fuera su predecesora, la diosa del vino Hathor, que al enfadarse se transformaba en una leona. El vino sigue siendo una bebida muy valorada, aunque las fiestas dionisiacas y las bacanales se han transformado y adaptado. Una de sus manifestaciones populares más famosas en España es la Batalla del vino en Haro.

Dioses del vino

Dionisio y Baco son los dioses del vino. Dionisio, o Dioniso, es el dios griego del vino y de la vendimia. El dios romano del vino se llamó Baco y fue resultado de la asunción por parte de los romanos de la pasión griega por el vino y de su tradición por el cultivo de la uva. La historia de los dioses del vino es muy similar. Los dos dioses del vino nacen de la unión del padre de los dioses (Zeus en el caso de los dioses griegos y Júpiter en el de los dioses romanos) y de una mujer mortal llamada Sémele (Stimula en la versión romana según algunas fuentes), hija del rey de Tebas. Las andanzas de Dionisio y Baco por el mundo también se parecen, igual que los símbolos con los que se asocia al dios del vino de los griegos y al dios del vino en la mitología romana.

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Dios del vino griego

El dios del vino griego fue Dionisio, hijo de Zeus y de Sémele, una mujer mortal, con quien Zeus tuvo una relación pese a estar casado con la diosa Hera. Hay al menos dos versiones distintas sobre las consecuencias que tuvo la reacción de Hera cuando se enteró de que su marido esperaba un hijo de Sémele, pero no vienen al caso.

El dios griego del vino recorrió el mundo difundiendo la alegría y el frenesí que caracterizan a los ritos dionisiacos. Pero el habitual buen humor de Dionisio no evitó que también manifestara su enfado. El castigo de las ninfas de Nisa –que se negaron a participar en los ritos dionisiacos- es el mejor ejemplo. Finalmente, el dios griego del vino se casó con Ariadna, hija de Minos y Pasifae, por quien se construyó el laberinto de Creta. Después de eso, Dionisio subió al Cielo, donde se sienta a la derecha de Zeus, quien también admitió allí a Sémele pese a los reparos de Hera.

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Dios del vino romano

Igual que sucedió con el dios del vino griego, el dios del vino romano era uno de los 10 dioses selectos o escogidos del Panteón romano. Junto con los 12 dioses romanos superiores, los escogidos formaban el grupo de los llamados Grandes Dioses, que tenían el privilegio de poder ser esculpidos en oro, marfil y plata. Baco, dios del vino romano, era hijo de Júpiter y de Stimula (la versión romana de Sémele). Nació en Naxos pero se crió con las ninfas de Nisa; Sileno le enseñó a plantar la vida y las musas le adiestraron en la danza y el canto.

El relato mitológico señala que el dios del vino romano conquistó la India con su séquito de sátiros y coribantes, entre los que también estaban los dioses de segundo orden Pan, Sileno y Aristeo –creador de la miel. Pero al mismo tiempo que Baco conquistaba el corazón de la gente enseñándoles a cultivar la vid y producir vino, tuvo que enfrentarse a las Mineidas y a su, hasta entonces, amigo, el rey Licurgo, en una historia parecida a la del dios del vino griego. El dios del vino romano ascendió a los Cielos para sentarse junto a su padre, Júpiter.

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Atributos de los dioses del vino

Los atributos de los dioses del vino son muy parecidos, por no decir iguales. El dios del vino griego, Dionisio o Dioniso, siempre ha sido representado de una manera bastante uniforme. Cuando se convirtió en inspiración para el dios del vino romano, Baco, mantuvo casi todas sus características. Normalmente, los atributos de Dionisio han sido una corona de hiedra o de pámpanos, una copa de vino o un racimo de uvas en una mano y un vestido de pieles de animales, por ejemplo leopardo. Otro de los atributos más importantes del dios del vino griego son los cuernos o, en su defecto, un falo erecto, que simbolizaban su fuerza y su poder. El tonel o la parra también han figurado habitualmente entre los atributos de los dioses del vino. Si el dios del vino griego aparecía representado sobre un carro, lo habitual era que entre sus atributos figuraran también tigres o leones como animales de tiro. Esos animales aparecen también en el enfrentamiento entre el dios del vino romano y los Gigantes que intentaron escalar al Cielo, desde donde Júpiter le jaleaba con unas palabras que hay que recordar para luego poder hablar de los otros nombres que han recibido los dioses del vino: “¡Evohé, evohé, hijo mío, valor!”. Casi todos los atributos de Dionisio fueron asumidos por Baco, el dios del vino romano, también representado habitualmente como un joven imberbe y lozano.

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Otros nombres de los dioses del vino

Según el libro “Mitología griega y romana” de J. Humbert se pueden distinguir otros seis nombres principales para Dionisio, dios del vino griego. El primero de ellos sería Liber, que significa “libre”, en alusión a la liberación de preocupaciones que consigue el vino, al menos de manera puntual. El segundo nombre del dios del vino sería Evius, derivado de la expresión “Evohé” que, según la mitología romana, Júpiter utiliza para animar a su hijo Baco al enfrentarse a los Gigantes. El tercer nombre principal de los dioses del vino sería Iacchus, que parece deriva del verbo griego para “gritar” o “vociferar”, algo habitual en las tabernas donde se consume vino. Thyoneus es otro nombre asociado al dios del vino y se debe a al nombre con el que Sémele consiguió vivir en el Cielo con los dioses. Otro de los nombres principales de los dioses del vino es Leneus, dios de los lagares. Por último, merece la pena señalar que J. Humbert también sostiene que al dios del vino se le conoce como el “amante de Erigonia” porque hay una leyenda sobre su enamoramiento de la hija de Icario, rey de Laconia.

Bacanales y fiestas dionisicas

Como Dionisio fue el dios del vino griego, las fiestas en su honor eran celebraciones dionisiacas. Cuando el dios del vino en la mitología romana se llamó Baco, los homenajes en su honor pasan a ser conocidos como “bacanales”. En ambos casos la relación con lo orgiástico y lo instintivo o tumultuoso es lo común y habitual. Tanto hombres como mujeres podían participar en las celebraciones de los dioses del vino. Las mujeres que lo hacían eran conocidas como bacantes, ménades, tíades o basárides. Los participantes en las fiestas en honor a los dioses del vino se vestían con pieles de animales y se pintaban la cara para simular estar cubiertos de vino. En Tebas era habitual que las fiestas en honor al dios del vino griego se realizaran en lo alto del Monte Citeron. También fueron habitualos en los montes Ismare y Rodope.

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Diosa del vino

Según la mitología egipcia fue Osiris, el dios de la agricultura, quien enseñó a los Hombres a cultivar la vid y elaborar vino pero Hathor es la diosa relacionada con su consumo, con la embriaguez y, por extensión (como sucede con los dioses del vino griego y romano) con la alegría y el desenfreno. Hathor tiene dos caras, igual que sucede con el dios del vino griego y el dios del vino romano: la positiva se relaciona con el frenesí; la negativa es la de la furia, que convertía a Hathor en una leona, un animal que ya hemos visto que también aparece entre los atributos de los dioses del vino. Aunque no hay consenso, algunas fuentes señalan que Hathor fue venerada como diosa del vino en Egipto y también se la relaciona con la fertilidad y la maternidad.

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