¿Por qué España es una monarquía parlamentaria?

En este artículo explicamos por qué España es una monarquía parlamentaria, uno de los pocos países europeos que mantienen esta forma de Estado.

España se define en su Constitución, el texto que organiza las instituciones políticas del país, como una monarquía parlamentaria. Es una de las pocas que quedan en Europa, sobre todo tras los procesos revolucionarios que se iniciaron en el siglo XVIII en el continente.

La monarquía española actual hunde sus raíces en la Edad Media, ha tenido presencia en la vida del país mediterráneo con altibajos y dos momentos puntuales en que fue expulsada y sustituida por un régimen republicano.

En la actualidad, la monarquía española no es una forma de gobierno. El rey es el jefe del Estado español, pero no tiene poderes ejecutivos, los cuales recaen en el presidente del Gobierno. Y a su vez, el presidente del Gobierno es elegido por el Parlamento, que se forma tras el voto universal, libre, igual, directo y secreto de todos los españoles.

Así, el papel del monarca es el de garante de la unidad de España, moderador del juego político y del funcionamiento de las instituciones democráticas. Estas atribuciones tan difusas, sin competencias claras en la Constitución ni en ninguna ley, han provocado dudas y problemas con algunas actuaciones del primer monarca tras la aprobación de la Constitución de 1978, Juan Carlos I.

Aunque la Constitución reconoce al Rey la realización de determinados actos, la realidad es que el monarca sólo se limita a refrendar los acuerdos del Gobierno y las leyes que emanan del Parlamento.

Al rey de España no le elige el pueblo, sino que es un cargo hereditario que recae en los sucesores de Juan Carlos I de Borbón, familia cuyos orígenes hay que buscarlos en Francia.

¿Por qué España es una monarquía?

España tuvo dos oportunidades para poner punto y final a la tradición histórica de la monarquía como forma de gobierno y, en la actualidad, como forma de Estado. Una fue a finales de siglo XIX, con la proclamación de la I República, tras la expulsión de la reina Isabel II y el fracaso del monarca italiano Amadeo I.

La segunda ocasión fue en el periodo 1931-1936 con la II República, momento histórico de gran ilusión, pero que fue cercenado por las fuerzas reaccionarias del país que no se supo desactivar: el Ejército, el poder financiero, la Iglesia católica y los políticos de ideología más conservadora. Tras estos experimentos republicanos, España volvió a adoptar la monarquía como forma de Estado.

Aunque algunos historiadores quieren remontar el nacimiento de la monarquía española a los visigodos, e incluso a los íberos y los celtas, este anacronismo no se mantiene. Desde el siglo IX y hasta el siglo XV, España se había dividido en diferentes reinos cristianos, a los que se sumaban los reinos de taifas musulmanes de Al-Andalus (aproximadamente, la actual Andalucía). España no existía como entidad política y ni siquiera como concepto. Con el matrimonio de Isabel I, reina de Castilla, y Fernando II, rey de Aragón, en 1469 se crea el embrión de lo que será la monarquía hispánica.

La monarquía hispánica

Ambos reyes, conocidos como “católicos”, y que reinaron en el tramo final del siglo XV, siguieron reinando por separado en sus respectivos reinos, a pesar de sus nupcias. Con ellos no se produjo la unificación política, pero sí la dinástica. Sería su nieto Carlos I, de la rama austriaca de los Habsburgo, tras varias vicisitudes, quien reuniría ambas coronas en su persona y daría inicio a la monarquía hispánica.

Con Carlos I, la monarquía alcanza su mayor extensión geopolítica, ya que el rey hereda los territorios peninsulares, las Islas Canarias, los territorios descubiertos en América y aquellos del Sacro Imperio Romano Germánico que adquirió por vía de su abuelo paterno, el emperador Maximiliano. También hereda la potestad de conceder la Orden del Toisón de Oro, una prerrogativa asociada a la corona española desde entones. A Carlos I le suceden otros reyes: Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Con este último rey se produce la ruptura de la rama Habsburgo reinante, ya que no deja descendencia y da pie a la Guerra de Sucesión.

La familia Borbón en la monarquía española

Felipe de Anjou, de la familia francesa Borbón, emparentada con la familia reinante en España, será quien se alce con la victoria en esta guerra y reinará como Felipe V, dando inicio a la dinastía Borbón, que es la que sigue en el trono.

El inicio del reinado de Felipe V coincide con un momento en el que la sociedad europea y la economía empiezan a sufrir grandes cambios. El capitalismo empieza a desarrollarse en el siglo XVIII gracias a la industrialización y el liberalismo como idea política empieza a extenderse por Europa frente al absolutismo.

Tras Felipe V, los reyes que se sucedieron (Luis I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, Fernando VII, Isabel II y Alfonso XII) llevaron la monarquía española a su decadencia en imagen ante aquellos a quienes debían gobernar. Al unísono, en Europa se producían las revoluciones que acabarían con las monarquías europeas que quedaban y que implantarían la forma de gobierno republicana.

Alfonso XIII fue el último rey de la dinastía borbónica hasta la proclamación de la II República en 1931. La guerra civil y la posterior dictadura del general Francisco Franco dejaron el trono vacante hasta la muerte del dictador, cuando se coronó a Juan Carlos I como rey de España.

La posterior aprobación de la Constitución de 1978, vigente en la actualidad y refrendada por el pueblo español, alumbró la monarquía constitucional que hoy reina en España. Tras la abdicación de Juan Carlos I, el actual rey es Felipe VI.

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