San Vicente de la Sonsierra es uno de los pueblos pintorescos que ver en la Rioja

Lagares rupestres en La Rioja, el vino pasado por la piedra

Los lagares rupestres de la Sonsierra riojana son unan visita original si disfrutas de una escapada de enoturismo en La Rioja.

San Vicente de la Sonsierra, a orillas del Ebro, es famoso por sus bodegas y sus vinos pero también por lagares rupestres como Las abejas. Si estás buscando planes para un fin de semana de enoturismo en La Rioja, no te olvides de visitar Ábalos y San Vicente de la Sonsierra. Podrás recorrer viñedos en bicicleta con el apoyo de empresas especializadas como Riojaventura, descubrir el casco histórico medieval de San Vicente de la Sonsierra, acercarte a la vecina localidad de Briones, con un patrimonio cultural realmente interesante, y disfrutar de la buena mesa en algunos de los mejores restaurantes de La Rioja, como Casa Toni o Los calaos de Briones.

Lagares rupestres de La Rioja

Pueblos que visitar el fin de semana en La Rioja, San Vicente de la Sonsierra
Pueblos que visitar el fin de semana en La Rioja, San Vicente de la Sonsierra

Rafael Loyo, gerente de Riojaventura, nos muestra uno de estos lagares muy cerca del municipio riojano de Ábalos, casi a orillas de un río Ebro que acaricia con su potente lengua de agua las lomas en que se plantan las viñas. Loyo explica que aquí se prensaba el vino para el consumo de las poblaciones cercanas durante la Edad Media. Entonces el vino se entendía de otra manera, con menos refinamiento, aunque con igual gusto.

Origen de los lagares rupestres en Ábalos y San Vicente de la Sonsierra

El primer documento que recoge la noticia de los lagares rupestres que se reparten por el entorno de Ábalos y San Vicente de la Sonsierra es del año 959 y en él se indica que algunos de ellos estaban asociados al Monasterio de San Millán de la Cogolla. En la Edad Media son los monjes y frailes los que se dedican al cultivo del vino para sacar provecho de las tierras que les pertenecen. Este trabajo constante con el fruto de la uva hace posible que los procesos se vayan refinando para obtener vinos con mayor grado alcohólico y otro tipo de color.

La antigüedad y el valor histórico de los lagares rupestres que rodean las localidades de Ábalos y de San Vicente de la Sonsierra los convierten en lugares que hay que ver durante una escapada de enoturismo a La Rioja. Además, el paisaje que les rodea, sobre todo en primavera y en otoño, son muy relajantes y evocadores, con las viñas trabajadas y los riscos y los árboles que bordean el cauce del río. Además, los lagares rupestres son la excusa perfecta para disfrutar de una agradable ruta de senderismo entre viñedos y por el campo o, incluso, en bicicleta (que puede ser eléctrica).

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Cómo funcionaba un lagar rupestre

Rafael Loyo nos lleva hasta el lagar de Las Abejas, que se compone de tres huecos horadados directamente en el duro pedernal. Cuando se realizaba la vendimia, la uva se transportaba directamente a ellos y se colocaba en el primero de los recipientes de piedra, donde se pisaba o se prensaba con madera. Los sarmientos de la vid se situaban en la abertura que comunicaba con el siguiente vaso, para que sirviesen de filtro de las impurezas más bastas. En ese segundo hueco, los pellejos que hubieran podido colarse acababan en el fondo por decantación. Al final, el mosto que se obtenía pasaba a un tercer hueco, donde ya se recogía en odres para conservarlo y consumirlo.

Que la uva se prensase o se pisase tenía su importancia, porque el sabor y el tipo de mosto que se obtenía eran diferentes. Así, la uva estrujada ofrece un caldo más limpio y claro que se puede consumir directamente o bien mezclar con otros mostos. En cambio, la uva prensada da lugar a un caldo menos dulce, más ácido, por la interacción del zumo, los hollejos y los frutos.

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Lagares rupestres sin clasificar

Muy cerca de Ábalos se encuentra San Vicente de la Sonsierra, otra de las localidades que cuenta con mayor número de lagares en su término municipal, entre 45 y 75 según algunos estudios. La mayoría no están clasificados ni catalogados y se extienden entre campos de vides y terrenos particulares. Todo ello da idea de la importancia que el vino ha tenido, desde época muy remota, no sólo como alimento, sino como sistema productivo y económico para regiones muy concretas. En la Península Ibérica se han encontrado también en otras zonas, como Extremadura.

Mientras los que pueden, y deben, se ponen de acuerdo para dar a este patrimonio cultural la importancia que merece, el lento curso del Ebro sigue siendo testigo del afán humano por aprovechar la riqueza que absorben las tierras que circundan sus aguas, capaces de parir algunos de los mejores vinos de España, con permiso de la Ribera del Duero.

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